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Con ese sentido de profunda humildad –fuertes en el nombre de nuestro Dios y no en los recursos de nuestros carros de combate y de nuestros caballos40–, estad presentes sin miedo en todas las actividades y organizaciones de los hombres, para que Cristo esté presente en ellas. Yo he aplicado a nuestro modo de trabajar aquellas palabras de la Escritura: ubicumque fuerit corpus, illic congregabuntur et aquilae41, porque Dios Nuestro Señor nos pediría cuenta estrecha, si, por dejadez o comodidad, cada uno de vosotros, libremente, no procurara intervenir en las obras y en las decisiones humanas, de las que dependen el presente y el futuro de la sociedad.

Es muy propio de vuestra vocación la intervención prudente –y cuando digo prudente, no digo tímida–, activa y discreta, a la manera de como actúan los ángeles, que tienen una acción invisible pero eficacísima, en las diversas asociaciones y corporaciones –públicas o no– de ámbito local, nacional o de extensión internacional.

No podéis estar ausentes –sería una criminal omisión– de las asambleas, congresos, exposiciones, reuniones de científicos o de obreros, cursos de estudio, de toda iniciativa, en una palabra, científica, cultural, artística, social, económica, deportiva, etc. A veces las promoveréis vosotros mismos; la mayor parte de las veces habrán sido organizadas por otros y vosotros acudiréis. Pero, en todo caso, os esforzaréis por no asistir pasivamente, sino que, sintiendo la carga –amable carga– de vuestra responsabilidad, procuraréis haceros necesarios –por vuestro prestigio, por vuestra iniciativa, por vuestro empuje–, de forma que deis el tono conveniente e infundáis el espíritu cristiano en todas esas organizaciones.

Notas
40

Cfr. Sal 20[19],8.

41

Mt 24,28. «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres». (N. del E.)

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